Que Sevilla tiene un color especial lo tenemos mas que cantado, pero un paseo por sus calles a casi 40 grados en verano nos deja básicamente axixarraos.
Se nota que los andaluces están hechos de otra pasta, esa alegría de vivir y constante, repito, constante sentido del humor hacen que todo lo que te rodea tenga un puntito de fiesta.
Si algo me pareció realmente bonito de Sevilla fueron sus puentes, el de Triana por descontado. Ni recuerdo las veces que pase por él y disfruté de sus vistas.
Me hice la ruta obligatoria para todo turista primerizo.
Monumentos como la Catedral y la Giralda que son de lo más visitados...
...la Torre del Oro junto al río Guadalquivir es una de las estampas mas fotografiadas.
Impresionante de bonito el Real Alcázar, compuesto por varios palacios y rodeados por una gran muralla los cuales se empezaron a construir allá por la Edad Media.
La muralla y la Puerta del León nos daban la bienvenida y tras ella nos esperaba el Patio de la Montería para dar comienzo a la visita.
Cada escenario distinto y lleno de encanto
Todos sus patios me parecieron preciosos pero el que mas me llamo la atención fue este de arriba: El patio de las doncellas, tan romántico...
Según vas paseando y descubriendo los innumerables salones te vas dando cuenta de la evolución histórica del monumento. Siglos y siglos de guerras, reyes y culturas se ven reflejados en cada rincón.
Y los jardines...
¿Son o no son dignos de reyes?
Un pequeño y sencillo resumen fotográfico de mi viaje por Sevilla que quería compartir con todos vosotros, las tapeo-culturales las dejaré para otro post...
Mientras tanto os deseo un feliz agosto! Besos y hasta pronto.
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